Por Giannina Araus
Directora de AC Agencia Digital.
“El colaborador es lo más importante”, suelen repetir las jefaturas en discursos de fin de año, ceremonias institucionales y campañas de cultura interna. Pero, ¿también es lo más importante cuando el país enfrenta una emergencia? ¿Cuando la estabilidad se pone a prueba por una catástrofe natural o una alerta inminente?
Hoy, en Chile, se declaró alerta roja por riesgo de tsunami en gran parte de las costas. Más allá de los protocolos formales y planes de contingencia, este tipo de eventos expone el verdadero rostro de las organizaciones y, sobre todo, de sus liderazgos.
Porque no se trata solo de si una persona está o no en la zona de evacuación. La pregunta esencial es: ¿alguien les preguntó si tienen a un ser querido que sí lo está? Hijos, padres, adultos mayores, mascotas, vecinos con movilidad reducida. El colaborador no es un ente aislado que cumple funciones técnicas y luego se apaga. Es una persona con vínculos, con responsabilidades afectivas, con una vida que trasciende las paredes de la empresa.
Y es precisamente en este contexto donde el liderazgo se define: cuando se decide si el trabajador es solo una pieza más en el engranaje operativo o un ser humano valioso para la organización. Un ser humano cuya tranquilidad es, paradójicamente, un factor clave para el funcionamiento mismo de esa organización.
Entendemos que existen sectores críticos, como salud, emergencias, telecomunicaciones, donde la continuidad operacional es vital. Pero incluso en esos casos, el liderazgo se expresa no solo en mantener las operaciones, sino en hacer los ajustes necesarios para que esa continuidad no se logre a costa de la integridad emocional y familiar de sus equipos.
Porque, ¿de qué sirve tener cuerpos presentes pero mentes ausentes? ¿Qué sostenibilidad puede tener una organización que ignora el impacto psicológico, emocional y humano de sus decisiones en tiempos de crisis?
En estos escenarios, más que nunca, se vuelve urgente poner el foco en la empatía, la escucha activa y la flexibilidad. Garantizar que las personas puedan proteger lo que más valoran, para que luego puedan dar lo mejor de sí en sus roles.
No es altruismo. Es sentido común organizacional. Es liderazgo consciente.






